Una vez visto todo el espectáculo político con el tema de la manifestación por la paz, sólo me queda afirmar que tenemos una clase política amateur y decepcionante. Dentro del juego político democrático deben darse las tensiones y hostilidades propias entre los partidos y entre la oposición y el gobierno; pero querer llevar esas diferencias al seno de la sociedad civil para dividirla lo encuentro muy rastrero y con una intención malsana de manipular la sensibilidad ciudadana respecto a un tema de estado como es el terrorismo. Así hemos presenciado abochornados cambios de lemas y una pataleta impropia de un partido político en un país democrático que llegó a decir que se desconvocaran las manifestaciones contra el terrorismo. Hasta Pedro J. Ramírez y Victoria Prego, adalides de las políticas del PP, recomendaron en sus columnas del domingo en “El Mundo” la importancia de asistir a esas manifestaciones. Pedro J. lo llamó “Una oportunidad perdida del PP” y Victoria Prego que tituló su columna como “Faltaron ellos”, escribió que “El PP cometió un error de reglamento al negarse a existir”.
La idea de fondo de esta intransigencia y obstinación del PP se resume en una estrategia política de hostigamiento, acoso y derribo al gobierno, y para ello, está cometiendo errores de bulto que pueden ser penalizados por sus votantes en un futuro. Cierto que la oposición tiene que ser incómoda para el gobierno pero no a costa de las víctimas y del terrorismo.
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