27 febrero, 2007

Las encuestas electorales manipulan el juego político francés


¿Quién cree hoy en la credibilidad de las encuestas electorales? Deberían hacer una fotografía fiel del clima de la opinión pública, pero lo que hacen es hacer una fotografía retocada a conveniencia del medio de comunicación que les paga; otra cosa son las encuestas que se encargan desde los propios partidos políticos, menos viciadas, y que sirven para orientar la estrategia electoral.

Los sondeos que no se limitan a reflejar la realidad, me recuerda a la gran teleserie política titulada “Jaque al Rey”, en el que el primer ministro británico al contratar los servicios para un estudio de opinión, le pregunta el que hace las encuestas: -“Dime lo que quieres que te contesten y haré una encuesta a tu medida”-

Y a su medida, dependiendo del signo político del medio de comunicación, están haciendo los sondeos de la campaña electoral francesa que pretende así influir en la decisión de voto de su electorado. El antropólogo y politólogo francés, Emmanuel Todd, entrevistado el pasado 25 de febrero en el diario El Mundo, sospecha que existe juego sucio dado que “estamos viviendo un problema de tráfico de encuestas. Oscilan, suben, tienden a manipularse. No son instrumentos de observación, sino una manera de actuar y de inmiscuirse en el juego político. Todos sabemos que hay modos de conducir las encuestas. De enfocarlas, de interpretarlas. No representan un estado objetivo, sino que subjetivizan el juego e influyen sobre él.”

Es de todos conocidos predicciones electorales que apuntaban para un lado cuando la realidad, una vez cerradas las urnas, apuntaba al contrario. Los sondeos son instrumentos subjetivos que pueden servir para reorientar estrategias electorales pero no para influir en el electorado, aunque esto último parezca que es lo único que les interesa y pretenden: influir en el voto ciudadano. Y a eso se le llama querer manipular la realidad.

1 comentario:

Benito Castro dijo...

Creo que el problema de las encuestas es que si fallan, perderán más credibilidad. No pienso que a las empresas demoscópicas les interese exponerse demasiado y desangrarse desde el punto de vista de la eficacia. ¿Les vale cobrar dándole al partido o al medio que las contrate aquello que solicitan? ¿Les vale al partido o al medio equivocarse, aunque hayan oído aquello que deseaban oír, y no aquello que necesitaban saber? No creo por otra parte sostenible en el tiempo jugar al doblete de: una encuesta para el público (y que haya efecto mimético entre los electores) y otra para la trastienda con los datos reales. Al final cuando las urnas hablen el que se haya equivocado se desprestigia. Y si insiste en esa línea, ¿para que valdrá su trabajo si no acierta ante el que deposita la papeleta?

Por otro lado te agradezco tu consideración por lo de mi libro.

Benito Castro.