06 junio, 2008

Hillary, el sexo y el techo de cristal

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Jodi Kantor, columnista del “The New York Times” escribe un artículo en ese mismo diario titulado “El sexo sigue suscitando controversia” en el que diserta sobre la importancia de la candidatura de Hillary a la presidencia de los EEUU porque abre camino a otras mujeres:

Con cada día que pasa, parece un poco menos probable que el próximo presidente de Estados Unidos lleve falda, o un divertido, pero nunca ridículo, traje pantalón.

La senadora Hillary Rodham Clinton se encuentra ahora en lo que la mayoría coincide que son los últimos estertores de su envite por la candidatura demócrata a la presidencia. Usando sus propias palabras, se presentaba "para romper el más alto y más duro techo de cristal" de la vida estadounidense, y ahora la presidencia, o al menos una candidatura que parecía estar esperando a que ella la reclamase, se le va de las manos.

La prácticamente segura derrota de Hillary Clinton, que es probable que quede zanjada en una o dos semanas, nos obligará a recapitular sobre lo que su candidatura ha representado para las mujeres: un triunfo histórico, aunque incompleto, o un deprimente recordatorio de por qué tan pocas aspiran a ese alto cargo en el primer lugar.

Las respuestas tienen consecuencias políticas inmediatas. Si muchas de las legiones de seguidoras de Hillary Clinton creen que la discriminación sexual tiene la culpa de su fracaso, ¿con cuántas ganas apoyarán al senador Barack Obama, el hombre que la derrotó?

"Las mujeres creían que había llegado su momento, y que se lo han robado", explica Marilu Sochor, agente inmobiliaria de 48 años de Columbus, Ohio, y partidaria de Hillary. "El sexismo ha desempeñado un papel muy importante en la carrera".

No todo el mundo está de acuerdo. "Cuando la gente mire el arco de la campaña, verá que, a fin de cuentas, el que fuera mujer no ha sido un obstáculo, sino en todo caso, una ayuda", sostiene la historiadora presidencial Doris Kearns Goodwin.

La campaña de Clinton se tambalea, añade, debido a "temas estratégicos, tácticos, que no tienen nada que ver con que sea mujer". Como ex primera dama cuya carrera política se desarrolló a partir de la de su marido, Hillary Clinton ha sido siempre un imperfecto caso de prueba sobre los logros de las mujeres. "Una esposa", la definía Elaine Kamarck, profesora de Gobierno de la Universidad de Harvard y seguidora de Hillary.

No obstante, muchos reconocen el mérito de Hillary Clinton por haber establecido un nuevo hito sobre lo que puede conseguir una mujer en una campaña: recaudar cerca de 170millones de dólares; obtener con frecuencia críticas más favorables en los debates que sus rivales masculinos; congregar en torno suyo a mujeres mayores; y convencer a hombres blancos del electorado que ni se nos pasaba por la cabeza que fueran a poyarla.

"Ha llevado la candidatura de una mujer a un nivel completamente distinto de cuando yo me presenté," asegura Geraldine Ferraro, partidaria de Clinton y la primera mujer que se presentó como candidata a la vicepresidencia por uno de los principales partidos, comparando su fugaz periodo como candidata en 1984 con la carrera de más de 17 mesesy aún activa de Hillary Clinton.

Doris Keane Goodwin y otros opinan que Hillary Clinton ha sido capaz de transformar el sexismo al que se ha enfrentado en un reguero de votos y donaciones, alargando la vida de una candidatura que sufrió un duro golpe en los caucuses de Iowa.

Como muchas otras mujeres, se ha visto interrumpida durante sus intervenciones.(en Nueva Hampshire hubo hombres que le gritaron que les planchara la camisa) y ha tenido que escuchar todo tipo de epítetos. ("¿Cómo ganamos a esta perra? ",le preguntaron al senador John McCain en un mitin de campaña).

Pero puede que la reacción haya sido más fuerte que el daño sufrido. Después de que Hillary Clinton fuera criticada por empañar la campaña electoral, ganó las primarias de Nueva Hampshire y atrajo una oleada de donaciones.

Janet Napolitano, gobernadora demócrata por Arizona, dice que ahora el mundo es distinto, especialmente el mundo político, gracias en parte a Hillary Clinton.

"No he oído decir a nadie que no pueda ser elegid¡:¡por ser mujer", sostiene Napolitano, que apoya a Barack Obamay que como muchos de sus partidarios ha visto menos sexismo en la carrera que los seguidores de Hillary Clinton. "Esalgo que nunca habíamos visto en la politica estadounidense".

Pero otros están cada vez más convencidos de que la competición ha sido injusta.

Los seguidores de Clinton señalan que los desaires han sido constantes: la obsesión con su vestuario, incluso con su escote; las insistentes críticas acerca de su voz chillona; los llamamientos a que abandonara la carrera; y sobre todo, los expertos (varones) de los medios de comunicación que, según ellos, se han mostrado invariablemente más duros con ella que con Obama.

Incluso hay quien acusa a Obama de chovinismo, y hablan de la vez en que dijo que Clinton era “pasablemente agradable”.

Nancy Wait, trabajadora social de 55 años en Columbia, Indiana, señala que Obama está menos capacitado que Clinton y tacha de condescendientes sus recientes comentarios acerca de que Hillary podía seguir haciendo campaña todo el tiempo que gustase. Wait está "total y absolutamente" segura de que no votaría por él en otoño.

Cynthia Ruccia, de 55 años, directora de ventas de los cosméticos Maria Kay en Columbus, Ohio, está organizando el grupo "Las partidarias de Hillary Clinton también cuentan", formado sobre todo por mujeres de Estados "bisagra" que piensan hacer campaña en contra de Obama en noviembre

“A nosotras las mujeres, el grupo más fiel del electorado, se nos está diciendo que nos sentemos, que mantengamos la boca cerrada y que nos vayamos a la parte de atrás del autobús”, se lamenta.

Muchas mujeres afirman con pesar que la campaña de Clinton no ha inspirado una conversación profunda o matizada entre hombres y mujeres, sino tan sólo las típicas batallas de la guerra de sexos que consisten en mofas por parte de los hombres y respuestas airadas por parte de las partidarias de la senadora.

Barack Obama, que ha procurado restar importancia al papel de la raza en su candidatura, desató una especie de debate nacional sobre el tema, pero Hillary Clinton, que ha hecho de su condición de mujer una parte explícita de su candidatura, parecía no estar por la labor o no ser capaz de hablar sinceramente sobre el tema del sexo.

Sin embargo, el debate que Hillary Clinton ha estimulado entre las mujeres ha sido más nuevo y sorprendente. Su candidatura ha dividido a las demócratas, por no hablar de las feministas más destacadas.

La brecha seguía una pauta básicamente generacional, y separaba a las mujeres de más edad que habían emprendido sus propias batallas y que se mostraban más solidarias, de otras más j6venes que sostenían que el hecho de votar por un candidato varón en lugar de a una mujer era en sí mismo una señal de progreso y confianza.

"La contribuci6n más importante que ha hecho es demostrar que da igual que un candidato sea hombre o mujer”, sostiene John Scott, historiador del Instituto de Estudios Avanzados.

“A los candidatos hay que juzgarlos por su carácter, no por su sexo”, afirma.

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